Nervios... desde una semana antes. No sé lo que es un Ultra. Lo que conozco con esa palabra, es un gran disco de mi grupo favorito: «Depêche Mode».
Nos vamos el sábado de viaje y no sé lo que me viene encima... Miro a un lado: mi familia... Miro para otro lado: mis amigos... Y en la cabeza, consejos de todo tipo: «Vas a sufrir»; «No te sientes en los avituallamientos»; «Llévate los bastones»; «No dejes de beber y comer», etc...
Empezamos, y a poco desde la salida un «¡¡¡Cojones, vaya cuesta!!!»... y a mi ritmo, disfruto. Cuando ya llevamos 7 km, empezamos a subir hacia El Bosque... hasta el Km 13 y me veo solo; pero cuando estoy para irme del avituallamiento, veo a una kabra estupenda: mi Alo. Me dice que me vaya..., pero «y ¿dónde voy yo sin ella?». Come ella algo y nos vamos juntos. A los pocos metros, me pide que no la espere y que siga solo... Pues vamos un rato y me veo a Eva: que me dice: «¡que siga!», y veo a lo lejos alguna kabra más. Al poco rato, Eva se recompone y me dice que no me detenga.
Lo más importante era superar el primer korte, en el puerto del Boyar, Km. 20.1 y luego, llegar a Villaluenga de día. Lo primero, ya estaba konseguido. |
Siguiente punto a subir, el Boyar... ¡¡Qué bonito!! y ¡¡qué jodido!!... Pero en el punto de encuentro estaban de nuevo más amigos: Rafa, Esther, Esteban. Reponemos fuerzas y antes de salir de nuevo, mi Alo. ¡Qué grande! La espero, y salimos de nuevo juntos. Y ¡madre mía!... ¡Ahí empieza la carrera! 13 km más para llegar a Villaluenga del Rosario antes de las 22:18 horas.
Vamos para arriba y cada vez me veo mejor. Así Alo, se vuelve a quedar y me pide que no la espere: que va bien, y poco a poco se van haciendo los km. Subimos el Simancón y queda llegar al punto de control. Al ver el pueblo, se hace la noche, y la bajada aún más peligrosa hasta el pueblo. Ahí, decido que cuando llegue al Km 33,7 he cumplido con lo esperado...
Me esperaba la familia, me retiraría y me iría con ellos a disfrutar. En ese descenso, me quedo sin ganas de seguir y pierdo mucho tiempo para llegar. Rafa y familia me aconsejan que siga: «¡Que lo duro está hecho!». Dos kabras más en ese punto, como José (neutro) y Antonio Muriel y con el gran "achuchón" de Rafa, me hacen cambiar de idea. Me despido de la familia y amigos, y me enfrento a la segunda parte sin saber nada de mi amiga Alo.
Salimos los tres, sin saber lo que nos quedaba subir en el puerto del Correo, la otra cara del Boyar, y con tiempo suficiente para terminar. No pudimos correr de nuevo, pero íbamos a un buen ritmo y sin parar, y descendimos a Grazalema. En ese punto, don José, no pudo más y nos dejó.
Horas por delante, y yo y Antonio, malo de la cintura, teníamos que llegar, poco a poco... Y con esa gran compañía llegamos enteros a meta, con tiempo de sobra.
La satisfacción de conocer a una gran persona, disfrutar de la noche, saber que se puede
-colaborando con todos-, conseguir cualquier meta, NO tiene precio... Hoy, días después, me doy cuenta que con gente tan grande alrededor, se puede ir a donde nunca habría pensado que se podría ir en mi vida.
Prueba superada. Nuestra profunda enhorabuena Juan Laredo. Los tienes bien puestos... |
Gracias Familia: por aguantarme.
Gracias amigos, como Casado y Juanitoooooooo.
Gracias, que es poco, para Rafa y Esther; y un abrazo para alguien tan grande como Alo, con la que espero terminar juntos la próxima.
Gracias, a todas las kabras, de la corta y de la larga... Y a ese Dani y JuanMa, que sin ellos no hubiera sido posible haber hecho esto.
Y Alfonso, contigo intentaré hacer algo cuando estés de vuelta. Pero antes, un abrazo y un perol. Gracias kabrillas y kabrillos, por aguantarme con todas mis cosas.
Gracias Papi, por tus sabios consejos y enseñanza... Gracias a ti he hecho un ultra... Un abrazo de corazón. Y con tu permiso, me voy a comer un poco de queso en estos días y luego a seguir perdiendo kilos... Gracias, de corazón a ti...
JUAN ANTONIO LAREDO.
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