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martes, 6 de mayo de 2014

SAHARA MARATÓN, CORRER CON DORSAL Y TRIATLON DE ELCHE 2013

(Post antiguos del blog de JuanMa Pedrosa)




                                             SÁHARA MARATHÓN (2012)
                                    «Un sueño envuelto en arena».



Los españoles, en 1976, los dejaron abandonados a su suerte. Los marroquíes, en su ambición expansionista, no quisieron distinguir entre territorios productivos anexionables y personas libres que podrían ser secuestradas y amordazadas de por vida. La voz de la resistencia del pueblo saharaui, plasmada en el Frente Polisario, vio claramente la subyugación que suponía la ocupación y con sus exiguas fuerzas trató de proteger todo el éxodo de mujeres, ancianos y niños que bajo las bombas se encaminaron hacia Argelia para no ser sometidos. 

Imposible dejar huella en el desierto. El viento arrasa con todo. La vida... muy difícil.


Por arriba estaba la invasión militar, eufemísticamente llamada “marcha verde”, y por abajo, la puerta cerrada de Mauritania, en un principio, ávida de una parte de tan inmenso botín, aunque luego renunciara a las migajas que le dejaba Marruecos. Sólo quedaba una pequeña franja de frontera por el Este, que por lo menos no se cerró. Por allí salieron buena parte de las familias que no quisieron ser maniatadas y esclavizadas. El resto de esas familias rotas, o bien murieron, o no lograron salir, viviendo desde ese momento, como en un “gueto polaco” dentro de su propio país. 


Chumi Centella, Loli Jiménez y yo. Los maratonianos cordobeses del 2012

Los huidos, pasaron Tindouf, y se les permitió asentarse en un mar de arena: sin agua, sin montañas, sin vida...  pero, por los menos, sin el yugo de la bota marroquí, abrigando la esperanza de un día volver a ocupar sus casas, sus tierras, sus playas... Y allí fundaron sus wilayas, campamentos “provisionales” hasta que un día, la pesadilla acabase: la de que un colonizador invasor fuera sustituido por otro todavía peor, y se produzca el retorno a un país libre e independiente llamado República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Sus nombres son Smara, El-Ayouni, Rabouni, Ausserd, 28 de Febrero y Dajla.


A falta de comodidades, luz y delicatessen, la hospitalidad, la música, el baile, la simpatía, es algo que aquí se regala.


Todos juntos, los huidos, podrían ser unos 300.000, que desde entonces quedaron a merced del desierto, del Sahel, y todos sabemos, o nos podemos imaginar, cómo trata el desierto los brotes verdes de vida. Nadie sobrevive en él más de 3 días si no tiene una haima para protegerse del sol y del viento cargado de arena y sin recibir un aporte mínimo de agua limpia y algo de comida. Y en los meses de verano, las temperaturas diurnas pueden llegar a los 50 grados.

El Dios Sol, se hace en el desierto omnipotente. Cubrir la cabeza y la piel, se hace imprescindible.

¿Cómo es posible que esos 300.000 refugiados sigan estando vivos 36 años después de su éxodo? Está claro, que han sido necesarias, y lo serán, por lo menos DOS cosas: Que reciban un flujo constante de ayuda externa, puesto que la tierra “prestada” no les provee para nada; y, que tengan muy claro en sus conciencias que están allí por “algo”, que tienen un “móvil”, un “sentido” de su vida, un “sueño”. Y es evidente, que ese sueño, que impide el suicidio colectivo de todo un pueblo, es romper ese nuevo “muro de la vergüenza”, que con hormigón y precedido de un campo repleto de minas antipersona ha plantado Marruecos entre sus wilayas y su tierra original, en donde mueren o se quedan mutilados para siempre todos los que se desesperan y se acercan a él, para exigir la devolución de la tierra y de la arena que siempre ha sido suya.

La expedición española de 2012, en foto de conjunto sobre una duna.

Mi visita, más que el recuerdo de un evento deportivo o una semana de convivencia, es la crónica de una transformación: la de pasar de ser un ignorante de esta realidad a ser un testigo que no se puede quedar amordazado y en silencio. Los 300.000 saharauis no tienen armas ni medios para derrotar a una potencia expansionista armada hasta los dientes aunque su pueblo también pase hambre y miseria. La única posibilidad de lucha, es que los “testigos” propaguen la llama y exijan que la O.N.U. cumpla y haga realidad las resoluciones favorables para los pueblos oprimidos en territorios donde no existe petróleo que interese a EE.UU. y Occidente.


Ald-Wali, con su tía.

Más que de los 42 kilómetros de cabalgada por el desierto, me quedo con los ojos y la mirada de dos niños, los hijos menores de Fathma, nuestra anfitriona que puso a los pies de nuestro grupo de cordobeses su palacio de tela y de adobe. Uno de dos años, llamado Ald-wali, en recuerdo del héroe mítico que dio su vida cual Che Guevara luchando contra los invasores, demasiado pequeño e ingenuo, pero que es la mayor esperanza de que este sueño se cumpla: mientras sigan naciendo niños en las wilayas, algún día existirá el Sáhara libre. 


Mohammed, 11 años, vividos en el desierto, sin pais pero con un sueño.



El otro es Mohammed, de 11 años, que ya sabe por qué vive allí, y por qué la bandera de su país ondea invertida (hacia la izquierda) en esos territorios; que hay otro Mohammed al otro lado (el II), que no va a renunciar a un territorio que consiguió gratis su padre y del que saca innumerables recursos pesqueros, mineros y estratégicos (allí se encuentra uno de los mayores bancos pesqueros del mundo); que tiene problemas de salud que nunca van a ser resueltos en los paupérrimos hospitales de los que dispone; que es consciente del complicado futuro que la vida le ofrece, cuando no tienes dinero, ni universidades, cuando no es tuya la tierra que pisas, y en la que no se puede construir un edificio que puedas imaginar que va a ser tuyo para siempre; que no llora cada día varias veces porque las lágrimas y el agua, aquí, hay que racionarlas...

Vivir así, es imposible si en algún sitio protegido de tu cerebro no mantienes la llama sagrada de la esperanza por volver a tu tierra, por tener un futuro, por volver a ser persona y ciudadano de este planeta sin más alambradas que tus capacidades y no un refugiado en tierra inhóspita, sin posibilidad de salir desde que cumples los 12 años. Si Ald-wali y Mohammed tienen esa llama y esa mirada, nosotros no podemos más que postrarnos ante ellos y ayudarlos.
La mirada de los niños te desnudan. Te denuncian el contraste tan bestial entre tu modo de vida y el suyo.

Yo soy testigo de su mirada. Se merecen un Sáhara LIBRE. Si existe un turno para que un día los sueños se hagan realidad, ese hay que colocarlo en primer lugar en la lista de espera, porque es IMPRESCINDIBLE, y no sólo para los saharauis huidos o maniatados en su propio país, sino para todos los seres humanos, por la misma y sencilla razón de ser “seres” y “humanos”.

JUANMA PEDROSA.
Febrero de 2012.




CORRER CON DORSAL ES COMO UN ACTO SEXUAL...(2007)


Cruzar la meta -con "muy buenas sensaciones"-, un auténtico "orgasmo". Tal vez exagere un poco, pero, ¿a que es curioso que las metas tengan ese aspecto de “arco ternito”que nos espera impaciente -al final de todo nuestro esfuerzo físico y cuando ya estábamos casi a punto de claudicar y con las pulsaciones al máximo-, con las “piernas abiertas” a que crucemos por él?

Y el dorsal, es como ese “ligue impresionante” al que agarras apretadito a tu pecho, y con el que, tengas el cuerpo que tengas, incluso aunque no hayas dormido en toda la noche por los nervios, nada más ponértelo, sientes un subidón de testosterona que te hace que quieras quedar como un torero delante de él, dar el 180 % de tí mismo, “hacer una buena faena”, y que por nada del mundo quieres que te lo quiten... que no puedas “llevarte tu ligue a casa”.

Por eso, cuando ya has dejado de ser un trotón dominguero con tripa cervecera, el participar en una carrera de menos de diez kilómetros te sabe poco más o menos que a “eyaculación precoz”. Y si encima te quedas "a mitad de camino", porque tu corazón o tus fuerzas ya no te dejan seguir, sientes como un auténtico “gatillazo” que debe hacer que se enciendan en tu interior todas las alarmas.

El recordar carreras como una “San Antón”, una “San Silvestre Vallecana”, una “Eternal” o alguna que otra popular se produce, si tu retina lo aguanta, porque se evocan las escenas de un "primer amor" y lo "pardillo" que llegabas a esas "primeras citas", que en postreras ocasiones las olvidas casi en el mismo momento en que “las has corrido”.

El buen amante tiene que demostrar que lo es, que “controla”. Y debe hacerlo con parejas más exigentes como la Subida a las "Ermitas”, la subida de Cabra al Santuario N.S.Sierra o las medias maratones. 15 ó 21 kilómetros ya empiezan a ponerte a prueba. Castro del Río, Almodóvar, Puente Genil, Córdoba o Málaga son demasiado llanas y "facilonas"... Te empiezan a aburrir. Así que te empiezas a picar con otras un poco más "morbosas" como La Carlota, Marchena-Paradas, la Bélmez-Espiel o Cerro Muriano o las que superan los 21 como la de Écija, Andújar-Cabezo, etc.

Si quieres ser un amante experimentado y un experto en el “juego erótico previo” (de 2 a 3 meses de promedio), te tienes que “enrollar” seriamente con los 42,2 kilómetros de la Maratón. Empiezas “flirteando" con las llanitas como Sevilla, Ciudad Real, Barcelona o Valencia y te acabas “acostando” con las más duras como el “Mapoma” de Madrid, Jarapalos o el Alpino madrileño (MAM)...

Pero el cuerpo te pide más y más. Con el paso de los años (en mi caso, de los meses) notas “falta de chispa erótica” y el sufrido cuerpo agradece un poco de “sado-maso” hasta el punto de que el manido Filípides te llega a parecer un memo paticorto con fama inmerecida que no entiende para nada los “entresijos de la pasión” del ser humano.

Ahí comienza la “adicción al sexo”. El primer “chute erótico” es  la “Subida de Granada al Pico Veleta”: Cincuenta kilómetros sin parar de subir. “Flipas”. Y aunque acabas con las manos hinchadas por la altitud, el cerebro con hipoxia y los cuádriceps de cartón piedra, el "enganche" ya no hay quien lo pare. Te haces "adicto" a la página de Ultrawalking.net, de Ultrafondo, de “ultraduring”. ¿Dónde hay algo "realmente duro" (XXX) que me suba la adrenalina?

Llega un momento, en el que el sexo sólo es sexo si el acto sexual te “dura”, al menos, los cien kilómetros. Es decir, que “te pones a cien” (de la salida). Quien no haya hecho los “101 km. de Ronda” todavía no sabe de la materia de la que está hecho ni cuáles son sus límites. El estar 16 ó 18 horas sin parar de correr, o de trotar, o de andar, con las piernas llenas de contracturas y ampollas en los pies, subir resoplando la “Cuesta del Cachondeo” y terminar esprintando los últimos 600 metros por las calles de Ronda hasta entrar con los brazos en alto en la Alameda del Tajo es, para mí, el símil más parecido a un orgasmo: “Algo que jamás podría expresar ni describir con palabras”. La única manera viable de hacerlo es invitaros a que os inscribáis y a que lo viváis. Si sentís lo que yo, me temo que ya estaréis también irremisiblemente "enganchados".


Mis 100 de estos 3 meses incluyen junto a Ronda, las ’67 millas Romanas de Mérida”, y los “100 Km de Madrid en 24 horas”. Al estar en año impar no se convoca la “Hiru Haundiak” que hubiera sido un magnífico broche para el ciclo. En el 2008 caerá. Ojo: no me siento héroe ni especial en absoluto. Esto lo hace cualquiera que no sea "mojigato en el amor".

¡¿¡ Qué más le puedo pedir a mis hormonas !?! Tal vez, enrolarme en los siete días del “Maratón des Sables” o De las Arenas o en cruzar el “Death Valley” en California, pero esas "novias"  aún me dan un poco de miedo, así que tendré que ir "desnudándolas" poco a poco.

Desde luego que correr sin dorsal y “disfrutar haciéndolo” también está muy bien. Algunos, llaman a eso, “entrenamiento”. Yo... que quieren... yo le llamo “masturb...”


JUANMA PEDROSA.
(Enamorado del atletismo).
Abril de 2007.



Mi tercer Triatlón MD de Elche. Arenales 113.


Era la tercera vez que hacía este mismo Medio, pero cada Medio IronMan que se hace es como si fuera siempre el primero. Triatlón significa tres combates, y cada combate del Medio es importante. (Del IronMan completo, ya hablaremos otro día). El primer combate son 1.900 metros de agua, y en el agua, este año, problemas. 

Había 1300 inscripciones, aunque 110 no acudieron a la cita. Organizar boxes para 1.300 bicicletas y una salida de natación que por la cantidad de nadadores no se convierta en una merienda de negros es un gran reto que este triatlón resuelve a su manera; manera que ha hecho que mi ejecución este año haya terminado con problemas. Se plantean 6 oleadas de personas de una media de 200 nadadores aunque con un criterio dudoso. En la primera oleada salen todas las chicas: 86 de las 99 inscritas. En la segunda todos los élites, los M20 y M25, (185); en la tercera, la mayoría de los grupos de edad por encima de 45 años y los no federados, (275), y en las tres oleadas siguientes: los M40, (193); los M35 (313) y los M30 (221). 

Algunas veces la competición te hace mejorar las marcas. En otras, el estrés, tu fisiología, el error en la táctica, o la estrategia y las circunstancias del día hacen que tus marcas caigan por los mismísimos suelos. De hacer 2'15" en el hectómetro a no poder presentar más que 3'09" sólo hay un cúmulo de cosas, mezclado con bastante sal, un poco de fresquito por salir a las 8 de la mañana y un viento de levante que en otras ocasiones le ha dado por no aparecer. 
 
La salida de una oleada. Todos los gorritos son del mismo color. La técnica de alguno, varía...



En esas circunstancias, el que te pille la oleada de nadadores siguiente, estaba cantado y además previsto, y seguramente la siguiente y los primeros de la última. El que te pillasen justo en el momento en el que giraba la segunda boya, en el que todo el mundo sigue el principio de la máxima economía girando a poco más de 1 ó 2 metros de la misma, y además viniese una gran bola de nadadores como una estampida de bisontes que te pasa por encima cuando te encuentran virado con respecto a su sentido de avance, ya es mala suerte. 
 
Algunas oleadas son de más de 300 personas. 600 brazos y 600 piernas golpeándote.



Tan de mala suerte, que al quedarte sumergido, aparte de sufrir una injustificada paliza de tortazos y patadas (porque yo no había hecho nada malo), hace que en tu instinto de tratar de buscar oxígeno como sea, los pulmones se te vayan llenando de aguita salada. El resultado, una neumonitis por agentes químicos que dependiendo del grado, te manda al otro barrio, te deja un poco k.o. y en cuanto pasa la nube buscas una piragua para que te recoja y te salve, abandonando la prueba, o como en mi caso, me deja tocado, y desde ese momento, convierte la prueba, en un reto de subsistencia y tenacidad, a base de escupir flemas sanguinolentas, y darte cuenta de que aunque tienes los músculos intactos, como no te funciona el carburador porque vas a medio pulmón, no puedes acelerar. Te falta el oxígeno. 

El resto, es tratar de mantener ese velero venido a menos. Las otras oleadas ya no me cogieron desprevenido, (hasta los medioahogados aprenden), así que terminé la natación en 59', antes del cierre de la natación a las 9:10. 
 
Mi kabra, la que me dio el único segmento bueno de la prueba. Eso sí, con Levante a tope.



El ciclismo, precioso, más corto de los 90 kms. que se venden, pero con toda una autovía para desarrollar la máxima velocidad con las cabras, totalmente acoplados con la máquina, aunque tampoco el levante se quiso quedar quieto y te daba de frente o de costado en más de la mitad del sector. Mi tiempo, de subsistencia, con un promedio de 27,05 que es discreto hasta para BTT pero que en mis circunstancias valen para pasar al combate siguiente, que era de lo que se trataba. 

Y por último la carrera a pie, con medio pulmón, el estómago alterado y los dos 
combates anteriores pasando factura, no pudo ser más dura, viendo como tenía que echar a andar incluso en llano y cuesta abajo. Nada más salir, hay que subir a una urbanización con más de 57 escalones y rampas del 15 % y luego hacer un tramo con caminos litorales y arena de playa donde se pinchan tus zapatillas literalmente. Mi promedio de 8'18" por kilómetro lo dice todo de lo mal que lo estaba pasando.

Pero todo ello se te quita y lo mandas al carajo, cuando te conviertes en "finisher" y atraviesas la línea de meta. Ni el levante, ni la arena de playa, ni las escaleras, ni la sal, ni las palizas de los makinorros que venían por detrás han podido contigo. Aunque la neumonitis haya dejado fuera de combate a medio pulmón, el otro medio, pertenece a tu mitad de hombre de hierro, y como tal, encaras tu proeza. 

Con la medalla puesta me fui trasladado en ambulancia a un hospital cercano, pero cuando me hicieron las radiografías de tórax y me dijeron que de ésta me escapaba, salí de allí corriendo, que el domingo siguiente había que hacer el trail de la Guzman el Bueno, y no está la sanidad para hacer tonterías. 

Si no pasas por dificultades, no sabrás nunca lo bonito que es el deporte y hasta dónde puede llevarte tu espíritu de superación y tus ganas de cumplir tus objetivos. Hasta el punto de que no hay más límite que tu propio cerebro.

Si en tu cerebro no los hay, tampoco los hay en tu cuerpo.

JUANMA PEDROSA.
Abril de 2013.

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